A menudo se piensa que la disfunción eréctil es una afección que afecta a los hombres mayores, pero cada vez se está convirtiendo más en un problema para los hombres jóvenes. Para los hombres menores de 40 años, esta afección puede resultar confusa, frustrante y angustiosa. Aunque este grupo de edad suele gozar de buena salud física, hay una serie de factores físicos y psicológicos que pueden provocar problemas de erección, por lo que es importante hablar de este tema y abordarlo abiertamente.
La disfunción eréctil en los hombres jóvenes es más frecuente de lo que se cree. Según varios estudios, alrededor del 8 % de los hombres de 20 años y el 11 % de los de 30 afirman padecer disfunción eréctil[1]. Además, otra investigación de Oxford Academic sugiere que uno de cada cuatro hombres que buscan ayuda médica por problemas de erección recién diagnosticados tiene menos de 40 años[2]. La prevalencia también puede estar infradeclarada, ya que muchos hombres jóvenes son reacios a buscar ayuda profesional por vergüenza o estigma social. Tanto los factores psicológicos como los fisiológicos contribuyen de forma significativa a esta afección en las poblaciones más jóvenes. Estos resultados ponen de relieve la importancia de abordar la disfunción eréctil en los grupos de edad más jóvenes, puesto que puede tener un impacto fundamental en la salud mental y la calidad de vida si no se trata.
La disfunción eréctil se define como la incapacidad de lograr o mantener una erección lo suficientemente firme como para mantener relaciones sexuales. Aunque es normal tener problemas ocasionales para conseguir una erección, la impotencia persistente, cuando se produce con frecuencia o regularidad, puede indicar un problema subyacente. La disfunción eréctil puede dividirse en dos grandes categorías: causas físicas relacionadas con el cuerpo y el flujo sanguíneo, y causas psicológicas relacionadas con la salud mental y emocional.
La disfunción eréctil psicógena se refiere a los trastornos de la erección causados principalmente por factores psicológicos o emocionales más que por afecciones físicas. Esta forma de disfunción es especialmente común en hombres jóvenes y puede estar causada por la ansiedad por el rendimiento, el estrés, la depresión y los problemas de pareja. En estos casos, las barreras mentales impiden que el cerebro desencadene las respuestas fisiológicas necesarias para una erección, aunque el cuerpo sea físicamente capaz. La creciente prevalencia de la disfunción eréctil en jóvenes es un fenómeno importante. En particular, dado que los hombres jóvenes se encuentran en un momento de su vida en el que la sociedad espera que sean más viriles sexualmente y, en muchas culturas, más activos, la carga psicológica de la disfunción eréctil puede ser a veces mayor[3].
La ansiedad de rendimiento es uno de los principales factores que contribuyen a la impotencia psicógena, en la que el miedo a fracasar en el rendimiento sexual conduce a un ciclo de estrés y dificultades eréctiles. El estrés, ya sea por presiones personales, laborales o económicas, también puede alterar el delicado equilibrio necesario para la función sexual. La depresión y la ansiedad agravan el problema al reducir la libido y contribuir a la incapacidad de mantener una erección.
A diferencia de la impotencia inducida físicamente, la disfunción eréctil psicológica suele aparecer de repente y en situaciones específicas, como durante el coito, pero no durante la masturbación o las erecciones espontáneas (por ejemplo, por la mañana). Este patrón puede ayudar a distinguirla de la disfunción causada por problemas de salud física subyacentes.
La disfunción eréctil situacional es el tipo más común que afecta a los hombres jóvenes. Suele ocurrir con nuevas parejas sexuales y cuando una persona está intentando establecer una nueva relación sexual. El estrés de una nueva relación y el deseo de cumplir las expectativas de la pareja provocan miedo al fracaso, lo que hace que los vasos sanguíneos sufran espasmos (se estrechen). La reducción del flujo sanguíneo dificulta la obtención y el mantenimiento de una erección. Además, la ansiedad y el estrés pueden inhibir e interrumpir las señales nerviosas que normalmente ayudan al hombre a lograr una erección.
No existe una respuesta única a la pregunta de qué causa los problemas de erección en jóvenes. Hay una serie de factores físicos, psicológicos y relacionados con el estilo de vida que pueden contribuir al problema. Pueden actuar solos o combinados.
Se sabe que varias afecciones médicas influyen en la capacidad de un hombre para tener una erección, incluso a una edad temprana. Entre ellas se incluyen:
Para muchos hombres jóvenes, los factores psicológicos desempeñan un papel importante en los trastornos de la erección. Entre ellos se incluyen:
Además, otras disfunciones sexuales (como la dolorosa o la eyaculación precoz) pueden conducir a la impotencia porque reducen la calidad de las relaciones sexuales e influyen negativamente en la autoestima del hombre, creando barreras psicológicas que, a la larga, pueden desembocar en diversos problemas sexuales.
La disfunción eréctil a una edad temprana suele tener un impacto emocional significativo. No es solamente un problema físico; influye en la salud mental, las relaciones y el bienestar general.
La disfunción eréctil puede causar o empeorar los sentimientos de ansiedad, depresión y baja autoestima. Un hombre con disfunción eréctil puede sentirse menos masculino o temer ser juzgado por su pareja. Este malestar emocional puede agravarse si no se trata.
La impotencia puede tensar las relaciones íntimas. La pareja puede malinterpretar la disfunción eréctil como una falta de atracción, lo que puede provocar malentendidos o distanciamiento emocional. El estigma asociado a hablar de la disfunción eréctil puede dificultar que las parejas se comuniquen abiertamente sobre el tema, aumentando la tensión.
Para los hombres jóvenes, especialmente los que están en la flor de la vida, la disfunción eréctil puede resultar embarazosa. La expectativa social de que los hombres deben estar siempre «preparados» puede provocar sentimientos de inadecuación, lo que lleva a algunos hombres a evitar por completo las relaciones o los encuentros sexuales.
Si los problemas de erección se convierten en algo habitual, es importante buscar ayuda en lugar de sufrir en silencio. El primer paso para hacer frente a la disfunción eréctil es reconocer los síntomas y saber que existe ayuda.
Los síntomas de la disfunción eréctil suelen incluir dificultad para conseguir una erección, dificultad para mantener una erección durante la actividad sexual y una notable disminución del deseo sexual. Estos síntomas pueden ser ocasionales o persistentes, dependiendo de las causas subyacentes del trastorno.
Los médicos suelen realizar un examen físico y un historial médico para identificar cualquier problema de salud subyacente. Es posible que se hagan análisis de sangre para detectar diabetes, niveles bajos de testosterona o problemas cardiovasculares. También puede sugerirse una evaluación de la salud mental, sobre todo si intervienen factores psicológicos como la ansiedad o la depresión.
La buena noticia es que la disfunción eréctil en hombres jóvenes es muy tratable. Dependiendo de la causa, existen diversos tratamientos, desde cambios en el estilo de vida hasta medicación y terapia.
Para muchos hombres, mejorar su salud general puede reducir significativamente la incidencia de la disfunción eréctil. Los cambios clave en el estilo de vida incluyen
Uno de los tratamientos más eficaces, incluso para los hombres jóvenes, es la medicación. Esto debe discutirse con un médico, pero los tipos más eficaces de medicación para la disfunción eréctil son:
Para la disfunción eréctil con un componente psicológico, la terapia puede ser increíblemente eficaz. La terapia cognitivo-conductual (TCC) y la terapia sexual pueden ayudar a abordar las barreras mentales y emocionales que contribuyen a la disfunción eréctil[6]. Además, la terapia de pareja puede mejorar la comunicación y la intimidad, ayudando a abordar los problemas subyacentes de la relación.
Aunque la disfunción eréctil no siempre puede prevenirse, los hombres jóvenes pueden tomar medidas proactivas para reducir la probabilidad de padecerla:
La disfunción eréctil no es solo una afección que afecta a los hombres mayores, también es una realidad para muchos hombres jóvenes. Aunque puede ser un tema delicado, es importante saber que la impotencia se puede tratar y que existen soluciones, como los fármacos para la disfunción eréctil. Si se abordan los factores físicos y psicológicos, se busca asesoramiento médico a tiempo y se mantiene un estilo de vida saludable, los hombres jóvenes pueden superar la disfunción eréctil y llevar una vida sexual satisfactoria.
Al acabar con el estigma que rodea a los problemas de erección, podemos crear un entorno en el que los hombres jóvenes se sientan capacitados para buscar ayuda, mejorar su bienestar y fortalecer sus relaciones.
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