La eyaculación precoz es una afección común que afecta a muchos hombres y que suele causar frustración, ansiedad y problemas en las relaciones. Puede deberse a una combinación de factores psicológicos y biológicos, pero la buena noticia es que se puede tratar. Con una serie de técnicas conductuales, opciones médicas y cambios en el estilo de vida, los hombres pueden recuperar el control y mejorar tanto su salud sexual como su confianza.
La eyaculación precoz es un problema muy usual. Se calcula que 1 de cada 3 hombres experimentará esta dificultad en algún momento de su vida. En algunos casos, se trata de una cuestión puntual que se resuelve espontáneamente, sobre todo si se produce durante los primeros encuentros sexuales, pero en otros casos se convierte en una dificultad que impide mantener una vida sexual satisfactoria. En este caso, es necesario buscar ayuda especializada. Aunque a muchos hombres les avergüenza hablar de ello, la eyaculación precoz es un problema que puede resolverse.
La eyaculación precoz afecta a una proporción significativa de la población masculina en todo el mundo. Los estudios estiman que entre el 20 % y el 30 % de los hombres experimentan el clímax prematuro en algún momento de su vida, independientemente de su edad o etnia[1]. Según un estudio observacional multicéntrico, el tiempo medio de latencia eyaculatoria intravaginal (TLEI) de los hombres con eyaculación precoz es de aproximadamente 1,8 minutos, frente a los 7,3 minutos de los hombres sin esta afección[2]. Además de afectar a la satisfacción sexual, la eyaculación precoz aumenta la angustia personal y las dificultades interpersonales, y hasta el 70 % de los hombres que la padecen presentan altos niveles de ansiedad[3].
El Comité ad hoc para la Definición de la Eyaculación Precoz de la Sociedad Internacional de Medicina Sexual (ISSM) elaboró en 2007 la primera definición basada en pruebas para la eyaculación precoz a lo largo de la vida[4]. La eyaculación precoz suele definirse como el clímax que se produce antes de lo deseado durante la actividad sexual, a menudo un minuto después de la penetración. Aunque la eyaculación precoz ocasional es habitual en muchos hombres, si es persistente puede considerarse un problema médico.
Existen dos tipos principales de eyaculación precoz:
La eyaculación precoz puede variar en gravedad, pero para muchos hombres puede provocar frustración, ansiedad, evitación de la intimidad sexual y disfunción eréctil psicógena.
Esta afección se convierte en un trastorno y debe buscar ayuda si
El síntoma principal es la incapacidad de controlar el momento del clímax. En este sentido, es difícil referirse a un momento concreto, ya que cada pareja puede tardar más o menos en alcanzar la satisfacción sexual. Pero, en general, la eyaculación precoz se produce cuando el hombre tarda algo más de un minuto en eyacular tras la penetración. De hecho, en algunos casos, la eyaculación se produce antes de la penetración.
Es más, esta incapacidad para controlar la eyaculación no solo se produce durante el coito, sino en numerosas ocasiones también durante la masturbación. Como consecuencia, es frecuente que el hombre que padece este trastorno sexual se sienta inseguro en sus relaciones de pareja. Incluso puede evitar el encuentro sexual porque se convierte en una fuente de tensión.
La eyaculación precoz puede ser un problema que el hombre ha tenido toda su vida, desde el inicio de sus relaciones sexuales, en cuyo caso se denomina eyaculación precoz primaria, ya que nunca se ha logrado el control del reflejo eyaculatorio.
En otros casos, la dificultad aparece en algún momento de la vida sexual del hombre, en cuyo caso se denomina eyaculación precoz secundaria. Se trata de un trastorno adquirido, porque el hombre fue capaz de controlar su reflejo eyaculatorio en algún momento.
Comprender las causas de la eyaculación precoz puede ayudar a determinar el tratamiento más adecuado. Las causas de la eyaculación precoz suelen dividirse en factores psicológicos y biológicos.
A menudo, la eyaculación precoz es una combinación de factores psicológicos y biológicos. Otros factores que contribuyen son la disfunción eréctil, que puede hacer que los hombres se precipiten en el coito por miedo a perder la erección, y el consumo excesivo de alcohol o drogas recreativas.
Los efectos de la impotencia van más allá del dormitorio. Emocionalmente, los hombres pueden sentirse avergonzados, culpables o incluso con sensación de fracaso. Esto puede afectar a la autoestima y llevar al abandono de la actividad sexual, lo que puede tensar las relaciones románticas.
En la pareja, la falta de satisfacción sexual puede provocar tensiones. La comunicación puede romperse y ambos miembros de la pareja pueden sentirse frustrados o desconectados. Si no se trata, el coste emocional de la eyaculación precoz puede provocar problemas de salud mental más graves, como ansiedad o depresión.
En un estudio, la falta de control eyaculatorio provocó una mayor insatisfacción y malestar emocional, incluidos sentimientos de inadecuación, decepción y ansiedad[5]. La falta de control eyaculatorio provocó insatisfacción con las relaciones sexuales y un mayor malestar emocional, con implicaciones de gran alcance tanto para los hombres con eyaculación precoz como para sus parejas.
Afortunadamente, la eyaculación precoz es muy tratable. Existen varias opciones, desde técnicas conductuales hasta tratamientos médicos, cada uno adaptado a las necesidades de cada persona.
Los cambios sencillos en el estilo de vida también pueden ayudar a controlar la eyaculación precoz:
Sin embargo, una división estricta entre tratamientos farmacológicos y no farmacológicos para la eyaculación precoz puede no ser la forma más eficaz de tratar a los pacientes con esta afección. Dado que el impacto del clímax precoz en el paciente y su pareja es multifactorial, el tratamiento exclusivo puede no satisfacer algunas necesidades. En particular, es posible que el tratamiento farmacológico por sí solo no pueda abordar el importante malestar emocional asociado a la eyaculación precoz, las relaciones interpersonales y las expectativas poco realistas del paciente[6].
Aunque el tratamiento puede ayudar, las estrategias de afrontamiento también son esenciales para manejar los aspectos emocionales de la eyaculación precoz. En primer lugar, es fundamental mantener una comunicación abierta con la pareja. Ser sincero sobre el problema puede reducir la vergüenza asociada a él y fortalecer la relación.
Las técnicas de relajación, como la atención plena, pueden ayudar a los hombres a mantenerse presentes y reducir la ansiedad durante la actividad sexual. Practicar la respiración profunda o la relajación muscular progresiva antes del acto sexual también puede calmar los nervios y prolongar el rendimiento.
Por último, si las dificultades persisten, es importante buscar ayuda profesional. Urólogos, terapeutas sexuales y psicólogos están capacitados para tratar temas delicados como éste y pueden orientar a los hombres hacia soluciones eficaces. Muchos hombres también encuentran consuelo en grupos de apoyo en línea o presenciales, donde pueden compartir sus experiencias sin ser juzgados.
La eyaculación precoz es una enfermedad frecuente y tratable, pero muchos hombres la sufren en silencio por vergüenza o incomprensión. Al abordar las causas psicológicas y biológicas, explorar las opciones de tratamiento y comunicarse abiertamente, los hombres pueden recuperar el control de su salud sexual. Para aquellos que también sufren trastornos de la erección, recuerden que hay ayuda disponible y que, con el enfoque adecuado, es posible mejorar tanto la satisfacción sexual como el bienestar general.
|
|
|